En nuestra primera salida por la ciudad hemos revisado algunas normas básicas de civismo que todos deberíamos aprender desde bien pequeños.
Los encargados de enseñarnos estas normas mínimas: cómo ir por la calle, hablar sin chillar, respetar el paso de los mayores, los semáforos, ir mirando por donde andamos... por supuesto que no debe recaer exclusivamente en el colegio, la familia, los educadores o tutores, siempre deben ser los primeros en educar y enseñar estos comportamientos básicos, así como cualquier adulto que pueda percibir una actitud negligente o insolidaria está bien que nos llame al orden con afán de ayuda.
El civismo (del latín civis, ciudadano y ciudad) se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía.
Aquí aparece un dibujo de una compañera de 5º donde una niña va a su aire, jugando y chillando o hablando con los demás, tan abstraida que no se ha percatado de que una anciana frágil necesita espacio para poder pasar.
Hemos escuchado con atención.
Reciclar, una forma más de civismo
Contenedores para distribuir los residuos en plástico (contenedor amarillo), vidrio (contenedor verde) y papel o cartón (contenedor azul), para su posterior reciclado
El reciclaje se podría definir como la obtención de materias primas a partir de desechos, introduciéndolos de nuevo en el ciclo de vida y se produce ante la perspectiva del agotamiento de recursos naturales y para eliminar de forma eficaz los desechos.
Hemos reflexionado y escrito sobre lo aprendido.
¡Realmente ha sido una salida bien aprovechada!
¡Y el momento de la foto !
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